Y simplemente sigo, no existe el pasado ni el futuro, aunque sería
la peor mentira si dijera que no pienso en ambos, pero aprendí que no hay razón para estar en el pasado y tampoco
para apresurar el futuro, aprendí que si retrocedo un paso, avanzo dos, aprendí que la felicidad y la
tristeza son momentáneas, que ninguna de
las dos dura para toda la vida, que ambas sirven para crecer como persona, para
hacerte más fuerte y apreciar las verdaderas cosas de la vida… esas cosas que llenan el alma, esas cosas que
no se piensan, esas cosas que simplemente
nacen y te hacen perder el miedo y no pensar en las consecuencias del mañana y
mucho menos en lo que sucedió ayer…
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